viernes, 27 de julio de 2012

Llovía

“dicen que murió de frío…”
La Niña de Guatemala.  José Martí

Por Falcón.
Ayer cayó la primera tromba de la temporada, pero eso de que fue la primera es sólo un decir. Aquí llovía desde hace más de un mes. Hace tiempo mis huaraches llevaban debajo una plasta chiclosa, incómoda, grisácea. ¿Has tenido esa sensación?, con ganas de tener una rozadera en la mano para limpiar de las suelas aquel impedimento, aquel lastre, ese freno. Pero la verdad, ¡no tiene sentido!, apenas logras dar unos dos o tres pasos las plasta es la misma, otra vez aquella horrible sensación, otra vez pisar el mismo suelo, la misma tierra, el mismo barro que creías haber dejado atrás. Estaba en la cama, ya llovía adentro mucho antes de que mi patio recibieras las primeras gotas, pero hacía mucho calor, ¿porqué no llueve cuando ya está haciendo frío? Así las lágrimas, perdón, así la lluvia no calaría tanto, así lo frío de las gotas caería en lo gélido del ambiente y todo sería diferente, mejor. ¡Pero no! Maldita lluvia, cae cuando abraza el calor, cuando abrasa el calor con sus leños duros que no se consumen, pero calcinan el alma, y aunque aquello de la tormenta cargada de calma pareciera benéfico, extinto el calor después de la tormenta, aquello queda lodoso, -pegajoso es el recuerdo-, aquello, lo de atrás, lo de antes, lo llevas pegado a ti.
Llovía, las ventanas estaban abiertas, quería aire llegó lluvia. Me mojó las mejillas, y hasta tuve escurrimiento nasal pero no era por el frío, después lo dijo el doctor. Llovía dentro donde menos pensaba, yo aposté que nunca llovería así, yo juraba que nunca llovería en mí. Por la mañana abrí la puerta queriendo sacar el calor, queriendo sacar todo con la escoba, con el trapeador. Me cepillé los dientes, me lavé la cara, me vestí. Salí rumbo a la oficina, todos con sus abrigos, bufandas y yo con mi ropa de verano. ¿En qué mes estamos? ¿qué no es Julio? No sé en qué mes están ellos, yo sigo en los primeros calores de final de primavera, pero en mi jardín no hay flores, no hay clarines, no hay cenzontles, solo escarcha, rocío, hielo. ¿Y el calor porqué sigue aquí? ¿porqué sigue lloviendo en mi desierto? y el calor no se va, aún sigue en mí, aunque por fuera esté empapado, aunque lleve más de 8 días resfriado, sigo en tu desierto.
Ya llegó la tarde, de nuevo han puesto sito tus nubes a mi cielo, están agazapadas esperando un descuido, un titubeo, un tropiezo. El gris que rayaba en albo se torna revolcado, oscuro, con rojos veneros que contrastan con la noche y se asemejan a mi infierno, a este infierno que arrasó con el Paraíso primigenio, con los dulces fríos de Enero. Unos abren paraguas ante las primeras gotas, otros corren a los portales, en el atrio ya no hay palomas. Todos se resguardan de la lluvia, y yo, yo quiero ser presa, laguna, jagüey que capte el agua, que contenga el río, para darle calma a esta angustia a este hastío. Sigo dando vueltas a la plaza, sigo saludando cordialmente a los que se burlan de mí a la distancia, a los que no se han mojado y yo camino por el centro de la plaza, como si fuera domingo, como si fueras conmigo.
La lluvia no cesa, todos se han ido, al ver que la lluvia sería de toda la noche tomaron sus bicicletas, su coche, el camino. Todos se han ido. Yo doy la última vuelta, tomo la acera izquierda, saco mis llaves, abro la puerta, sin más me meto a la cama, no quiero saber nada, quiero dormir, otro día será mañana, espero mañana sea mejor.
-Murió de hipotermia.
 Eso sentenció el doctor. Tu que leíste esto y yo que mal lo escribí, sabemos que no fue así.

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