Por Falcón.
“La vida es como un palenque”, recuerdo haber leído en la presentación de una revista, en su primer número. Se me grabó muy adentro en la memoria. Un palenque, en el ámbito campirano del que yo vengo es una batalla a muerte entre 2 gallos. Se zanjan uno a otro sendas aberturas en el pecho, patas, cuello y piernas, gotas de sangre manan de ellas a gran presión, aún caliente, aún con vida. Así a chorros, y así por la irremediable herida, se les va la vida. A uno de los dos en el palenque, derrotado, olvidado por su dueño, tirado a la basura; al otro, al que gana, gloria, fajas de billetes, tequila, whisky, chicas guapas, ilusos falsos magnates, lo alaban, vitorean. Las herida ahí están pero la gloria indolora.
La vida es una partida de ajedrez, una sopa en dominó, una carrera, un tapado, una ruleta, un volado. Has venido a esta vida a apostar, a jugar, a invertir, a soñar. Esta vida es un combate, puede tomar muchos papeles en la obra, escoger entre varios personajes. Yo quiero ser protagonista, antagónico, pasajero, sea cual sea, pero siempre crucial en la historia, trascendental en el desarrollo de la obra, de peso, que deje huella, y que tome lo mejor de cada lugar y situación por la que pasó.
Una vez una señora me consultó muy desesperada porque su hijo tenía un grupo de amigos a los que acusaban de varias fechorías de adolescentes, le pregunté si su hijo era de los autores intelectuales de las maldades, de los que proponían los planes, de los ocurrentes, de los osados, de los más pillos, de los más vagos, y me dijo al instante: -“¡claro que no!, mi hijo sólo los acompaña”. Le dije desilusionado al momento: -regañe a su hijo, y dígale que si está convencido de estar en ese grupo, que sea de los líderes, que si va a ser uno más de la bola que mejor se meta a su casa.
No digo con esto que seamos pillos o granujas, sino que meditemos nuestras acciones, si juzgamos que conviene realizarlas, ¡adelante!, sino mejor no hacer nada. Debemos de apostar a al que consideramos el ganador, al que con razones y corazones nos convence más. Escoge el trabajo que más te guste, compra la camisa que mejor te siente, oye la música que más te lata, lee el libro que más te apasione… La vida es un palenque: pelea por tu felicidad, combate por la alegría, canta como el vencedor, muere satisfecho en el intento y así no importa que hayas perdido.