martes, 28 de febrero de 2012

Coopera



Por Falcón

Tocaron a la puerta hoy por la mañana. Aún dormía y me levanté aun con la pijama puesta y mi look de resaca de domingo por la mañana. Eran 6 señoras vecinas de mi colonia, pedían la cooperación para la fiesta del santo patrono de la capilla del lugar. Soy católico y hacía cerca de un año que me había cambiado a este lugar, pero la verdad no sabía dónde estaba dicho templo de San José, mucho menos había ido alguna vez. La cooperación era de $500 por familia. Aun quitándome las legañas les pedí que aguardaran un momento en lo que regresaba a la recamara a por mi cartera. Me puse el pantalón, me calcé los zapatos, tomé mi remera favorita, lavé la cara y regresé a atender a las peculiares señoras. Las invité a pasar a la sala, no sin mirarse de reojo unas a otras y sopesar la situación con la mirada en unas centésimas de segundo, accedieron a mi invitación. Me contaron los trabajos de remodelación que se hacía al presbiterio y el campanario, la dificultad de los colonos para apoyar, los pros y contras del párroco, y lo que no me dijeron lo noté de esa plática: su gran compromiso de bautizadas. Después de que me dieron mi recibo de un talonario común pero con el sello de la parroquia las despedí con una gran sonrisa en la puerta que da a la calle.

Más que ver si eran de un grupo parroquial o una comunidad altruista, al regresar a la cocina a poner a calentar el agua para el café, pensé en la importancia de la comunidad y la corresponsabilidad que tenemos para con el otro. No somos seres aislados, y mucho menos en este tiempo en el que el extremo del mundo está a la vuelta de la esquina, donde con el efecto mariposa, un solo suspiro o susurro en estas tierras puede desatar un huracán en el otro continente, donde lo que se haga en la Cd. de México repercute en la Antártida. Somos corresponsables del otro, más aun los que tenemos un espíritu religioso. El otro es hermano, el otro es un yo, el otro me interpela, su dolor es mi dolor, su alegría me alienta, su canción me alegra, su llanto me conmueve.

Cuando dos o más se reúnen con un corazón sincero se construyen grandes obras, cuando cuatro brazos se unen se forma un abrazo, cuando varios corazones laten al mismo ritmo hay armonía, caridad… Cuánta falta nos hace ser corresponsables en este mundo, interesados en el otro, al fin y al cabo todo logro de la humanidad es tuyo propio, todo triunfo es, en parte, también tuyo. Apoya proyectos, se buen ciudadano, comprométete en los proyectos de tu entorno, coopera.

lunes, 20 de febrero de 2012

Desierto

Por Falcón

Cuando era pequeño en casa ni pensar en tener una gama de 50 o 100 canales de TV para disfrutar, en una tarde lluviosa en familia, una película fascinante, una serie de TV que te mantuviera en suspenso o un documental interesante en los canales a los que tenemos acceso hoy en día con nuestros tolerables servicios de cables o de TV satelital. Hoy me fascino, me divierto y aprendo junto con mis “aguiluchos” viendo un documental del “desierto”. Contemplo junto con ellos los comentarios acerca de las extremosas temperaturas que se presentan en menos de 12 horas en ese lugar, la escasa diversidad de flora y fauna, y cómo puedes convertirte en víctima mortal en el “desierto” si te internas en sus territorios sin las debidas precauciones.

Un poco antes de terminar dicho documental apagué la TV, -recibí por dicha acción airados reproches de todos los miembros de mi familia-, les pedí su atención, invité a que tomaran su mejor posición, porque estaba a punto de contarles una abrasadora historia del desierto. Contemplé miradas incrédulas y fastidiadas, pero estaba confiado que después de no más de 30 segundos tendría a todo aquel intemperante público atento a mi relato.

El desierto es más que lo que ustedes ven en un documental. Es más que arena, abrasador sol, gélida noche. Es más que especies sorprendentes y ciclos precisos, más que carroña, que sigilo, más que asecho y desvarío. El desierto es un estado del alma vital para crecer, donde pocos entran, no todos salen, pero el que sale vuelve fortalecido a su breña, a su labor, a su huerto con una sonrisa en los labios y una canción al corazón. El desierto es impotencia frente a entes superiores, es desnudes de tus modas y colores, es abandono, es muerte, descenso, infierno. El desierto es sed, desgarrar de entrañas, silencio. –Ellos me miraban con ojos engrosados-, el desierto es necesario en el ecosistema, pero más necesario en nuestras vidas.

Es necesario momentos de desierto en nuestras vidas, revisas nuestro huerto y cortar la maleza que, en otros tiempos nos llenaba de orgullo. Es necesario entrar al desierto, tener sed para valorar el agua que placenteramente ahora me tomo, tener frío para valorar sus abrazos, estar solo para agradecer al cielo su compañía.

jueves, 16 de febrero de 2012

“D-TNT, mi tienda”

Por Falcón

-Dos millones de pesos necesita usted de depósito para obtener nuestra franquicia.
-Muchas gracias, consultaré mis cuentas y en seguida les llamo.

Siempre ha sido mi sueño tener una tienda de autoservicio. Sí, una de esas tiendas que encuentras sobre la carretera, de grandes espectaculares con nombres cortos e interesantes, que te invitan a aparcar en sus amplios y limpios estacionamientos poniendo una pausa a un largo trayecto, estirar los pies, pasar a un baño impecablemente limpio, lavarte la cara, reacomodar tu peinado ante un lato espejo, recorrer los dos o tres amplios pasillos de grandes porcelanatos en tonos perla en el piso, ver los productos en la estantería, respirar placenteramente del fresco aire de aquel microambiente, tomar una bolsa de botanas, -¡los cacahuates son mi favoritos!-, llegar a las vitrinas de los líquidos, echar mano a una gaseosa enlatada y un botellín de agua natural, aunque si es de noche, muy de mañana o después de comer viene de maravilla tomar un café de la maquina dispensadora, -me encanta el capuchino canela-. Pasas al mostrador de la caja, haces el pago, que también puede ser con tarjeta, la amable dependiente te despide con un amplia sonrisa en su rostro, regresas al automóvil, abres la puerta, colocas el café y el agua en el portavasos, te sientas al volante, ajustas tu cinturón y continuas tu camino con una sonrisa más auténtica que la de la chica de la caja.

Tengo un terreno que mi abuelo dejó a papá, y que si no cambian las cosas ha de ser para mí, por eso digo “tengo”, sjh, sjh, sjhhh. Tiene 20 metros de frente por 50 de fondo. Antes ni quien pensara que ese lote podría servir para algo, pero gracias a Dios con lo de la realización del pequeño libramiento en nuestro pueblo, aquel pedazo de tierra sin valor quedó sobre la carretera Guadalajara-México, ¡ni más ni menos! No es que yo sea el gran mercadólogo, pero cualquiera con 3 dedos de frente se puede dar cuenta del valor de mi terreno. Der hecho ya van más de 2 “coyotes” que han venido a preguntar sobre él a mi padre. Ahí es donde pienso poner mi tienda.

Revisé en la red todo lo referente a las franquicias de esas tiendas que tanto me gustan, tomé datos, hice presupuestos, pros y contras, he llamado a varias de ellas y ésta a la que acabo de hablar es de las peorcitas, y como ya vieron, solicitan $2,000,000 sólo de depósito. Además en todas ellas proponen poner la tienda donde su gente diga, así que el primer elemento de mi sueño: mi terreno, no estaría en los planes. Los dos millones los podría juntar en 15 días, pero ese no es el punto. Yo quiero mi tienda en mi terreno, y viéndolo bien los nombres de todas esas tiendas no son la gran cosa. Mi tienda ha de tener un nombre como eso pero ¡mucho mejor!, podría llamarse: “Paray XO”, “Abreva”, “Wustand”, “Respiro”, “K-Zona”, “10-10 pie (¡tentempié!)”, “DsKn S.A.”, “Pasa y sigue”…

Está decidido, yo mismo haré mi tienda. Mi hermano Erik, trabaja ya en los planos. Otro arquitecto amigo mío que trabaja en una gran compañía constructor a de Zamora llevará a cabo la obra.

-Con el adelanto que me habías hecho hace 2 meses de $1,000,000, ya solo restan $300,000, con esos hará los pagos del pintor y del que colocará los vidrios.

-Muchas gracias Juan Miguel, pasa hoy por el dinero. Mañana me mandan los refrigeradores y pasado toda la mercancía, y recuerda que el domingo es la gran inauguración, invita a tu esposa. ¡Será una gran fiesta!

A las 10:00 am llegó el padre Óscar a hacer la bendición. Yo estaba feliz, había más de 100 gentes esa mañana de sábado para la inauguración de mi tienda, en mí terreno, bueno, en el de mi papá. La fiesta iniciaría cuando se cortara el listón rojo de la puerta de entrada, pero este listón lo cortaría, no yo, ni mi padre, ni el padre Oscar, lo cortaría el ¡primer cliente! Gracias a Dios no tardaría mucho en iniciar la fiesta, porque en esos mismos momentos se aparcaba frente a mi flamante: “D-TNT”, -así decidí llamar a mi tienda-, un Passat gris con placas de Jalisco del cual descendió un pareja, mis primeros clientes.