viernes, 27 de enero de 2012

Frankenstein y Mía

Por: Falcón

Platicaba ayer con la pequeña Mía sobre la tesis que está elaborando para titularse en su carrera profesional. Ella se agobiaba porque tenía que presentar a su asesor al menos 30 cuartillas de “marco teórico”, con referencias bibliográficas acordes a su tema de investigación. Ya en mi primera colaboración para este periódico había citado el comentario de aquel maestro que decía que había que leer 100 libros para escribir una cuartilla. Así que, en lugar de “preocuparte” por escribir 30 cuartillas querida Mía, tienes que “ocuparte” en leer 300 libros, esto no para amargarte la tarde o el final de este enero, sino -y aquí la clave- ¡para disfrutar la lectura de lo referente al tema que te apasiona!

Hacer una tesis doctoral, un tema de investigación, una novela, un cuento, artículo, una canción, no es “cortar-pegar”, no es ir a un libro o un artículo de internet “cortar” un párrafo o una página y “pegar” esa parte o ese trozo en tu creación. No quiero decir con esto que lo que yo hago o digo esté libre de influencias o de ideas tomadas de otro ni mucho menos. Yo, tú, él, nosotros, todos recibimos influencias del mundo, -como comentaba la semana pasada-, pero estas habrá que rumiarlas, machacarlas, decantarlas para que en lugar de ir en nosotros como parches mal pegados, implantes prematuros, prótesis de otro, vayan en nuestro torrente sanguíneo, en nuestra mente, en nuestras ideas, en nuestros comentarios, ahí donde no se ven, pero que sustancialmente están.

Le pregunté a Mía qué sabía “Frankenstein”, se extrañó pensando, quizá,- ¿Qué tiene que ver eso con mi trabajo de investigación?-, entre risas volví a insistir que me dijera al menos lo que se le viniera a la mente al escuchar dicha palabra. Ella mencionaba que “era un personaje de terror o algo así”. ¿Qué rayos tiene que ver Frankenstein con las obras de investigación y las tesis de licenciatura? -¡Mucho!-.

En mi anhelo por la lectura, hace 2 años que tenía un pequeño ahorro para comprar libro, no queriéndome equivocar y comprar sólo obras comerciales, sino libros reconocidos por los conocedores, encontré varias listas como “las 100 mejores novelas de todos los tiempos”, “las 50 obras de literatura que han marcado la historia” y otras listas por el estilo. Con curiosidad me dediqué a revisarlas, -¡sólo 3 o 4 de las 50 o 100 había leído!-, de estas compré 4 o 5, ¡para empezar!, una de ellas: Frankentein. No lo niego, igual que Mía, también la primera impresión acerca de la ella era “terror”, pero nada de eso, o quizá sí: terror, pánico, alarma ante cómo el egoísmo llega a crear quimeras que hacen daño a los demás y pueden llegar a matar a su mismo creador.

Mary W. Shelley tenía tu edad, o menos, querida Mía, cuando escribió “Frankestein-El moderno Prometeo”. Sólo te diré de dicha obra, -para que la leas-, que el Doctor Frankestein confeccionó con pedazos de personas muertas un ser, al que dio vida gracias a un descubrimiento de alquimia. Al principio obedecía al doctor, después… después tú misma descubres el desenlace. Hoy sólo puedo decir para la realización de tu trabajo que leas con pasión, cuando descubras algo brillante has alguna anotación, no te preocupes por las 30 cuartillas, lee, disfruta hasta en la premura. La cantidad o el tiempo claro que son importantes, pero más valioso y gratificante es el cariño que le pongas a lo que haces, no para sentirte por encima de los demás, sino para que conscientemente, te sientas pleno y dar lo mejor de ti a los que te rodean.

miércoles, 25 de enero de 2012

¿Eres original o estás influenciado?

Por: Falcón

Preparaba un tema para una publicación en la que aparecía como idea central la “personalidad”. Destacaba que el sujeto central poseía una “personalidad original”, pero original porque se configuraba de una manera única y especial -¡con otro! -. De aquí me surgió la pregunta que en cabeza este artículo. ¿Qué es ser original?, ¿es nocivo el estar influenciado?, ¿hasta qué límite y grado conviene estar influenciado?

Al recurrir al diccionario descubro que “influencia” es el poder que uno ejerce sobre otro, o inferir predominio en el ánimo o accionar del otro. En contraparte, al buscar algo sobre lo que es “original”, dice que es aquello que no es copia, traducción, repetición o imitación de otro. Pero… mi pregunta es: en un mundo con tanta historia, con tantos personajes protagonistas y antagonistas, con tantos ríos de tinta escritos y plasmados desde la invención de la escritura pasando por la imprenta y llegando a los blogs actuales, con tantos juicios en tribunales, con tantas cárceles, con tantos panteones llenos, con tantos cuentos de asilos, consejos a los niños, con tantas canciones en la radio, tantos panfletos y pasquines, tantas guerras de causas inverosímiles, tantas absoluciones, canciones y lágrimas… díganme ¿quién es totalmente original? o ¿quién está libre de toda influencia? Me atrevo a decir, aun sin haber terminado este artículo, ni tampoco haber terminado el tema que preparaba acerca de la personalidad que nadie es totalmente original y que nadie está libre de alguna influencia.

La pregunta entonces ya no sería la que está al inicio de este artículo, la pregunta sería: ¿qué es lo que te influencia?, así si dichas influencias son benéficas, es decir, de cosas, de situaciones, de personas que han logrado hacer contrapeso hacia el bien personal y común en la balanza del arte del buen vivir tu vida será de la más “original”.

Deja que tu influencia sean las brechas de la verdad y no las autopistas de la mentira, que tu influencia venga de los que escuchan el doble de lo que hablan y no de los que olvidan la mitad de lo que gritan; de los que degustan conscientes un pequeño sorbo de vino y no de los que corren a beberse el destino; de los que cuentan con cicatrices el pasado y no de los que siguen lacerando en todos lados; de los que pierden mucho tiempo en ver las flores y no de los que muerden el reloj tragando el tiempo; de los que quieren más oír historias lindas y no de los que pagan por periódicos marrón; de los que compran flores a las novias, de los que dan en verso sus historias. Déjate influenciar de los que pulen de rodillas nuestros templos, de los que mueren por decir mejores verdades, de los que ayudan, de los que buscan, de los que invierten, de los que salen, que camina, siempre emprenden…

Déjate influenciar de los que fueron bien influenciados, que hoy siguen vivos aunque muchos afirmen que están sepultados. Si te dejas influenciar de esta manera serás el hombre más original, serás la mujer más auténtica.

miércoles, 18 de enero de 2012

Carmen, carminis

Por Falcón

Hace quince años junto con Ismael, compañero en la facultad, pretendíamos formar una grupo musical, ¡sí!, una banda de rock, o a lo mucho un conjunto versátil. En ese tiempo recibíamos clases de latín y griego, y en aquello de buscar el nombre del grupo yo sugerí varios, recuerdo algunos: “Secretos de tu alcoba”, “Yin-Yang”, “Son bay tri”, “Herederos de nada”…. Y muchos más. Yo nunca había pensado en un nombre basado en las lenguas muertas que estudiábamos, pero el sugirió en griego “Odé Odés” y en latín “Carmen”.

Quizá al repasar las declinaciones del latín ya hubiera leído algo de esa palabra, pero ahora que él la mencionaba muchas cosas adquirían sentido para mí. “Carmen” es canción, canto, oda. Carmen es sentimiento, cardo y satín, espina y margarita. Carmen es vida cantada, es ilusión de niño, es amanecer, alborada… A partir de ese día mi “canción” adquirió un nuevo sentido, no que para esos momentos de mi vida ya fuera un Sabina o un Serrat, sí, ya tenía 2 o 3 canciones escritas y armonizadas, pero lo que quiero decir que a partir de ese día mi canción recibió una luz, una chispa, un empuje, un panorama más amplio.

Hoy sigo escribiendo, hoy sigo cantando, hoy Carmen está metida en mi vida, hoy resuena en mis oídos como una consejo, como un murmullo. Letra y música, carreta y camino, luz y destino. Este falconcillo vuela, escribe, canta. Vuela con él, escribe con él, canta. En números siguientes les pasaré algunos de mis versos, algunas de las heridas que “Carmen” ha dejado en mi vida.

El grupo “Odé Odés” y la banda de Rock “Carmen” no lograron poner ni un éxito en las listas del top-ten, mejor dicho, Carmen nunca conoció una canción, pero yo sigo cantando, también tu canta.

sábado, 14 de enero de 2012

Este año nuevo


Por Falcón
Abriendo regalos de esperanza, descorchando botellas de alegría, chocando copas desbordantes de sonrisas, degustando las mejores viandas de la abuela, recordando el dolor de los ayeres negros entre lágrimas que ya no duelen; desdoblando, ahora mesuradamente, las carcajadas de antes de ayer como sonrisas francas, recibiendo en el hogar a los familiares que realmente son “amigos” y a los amigos que nos son más “familiares”, comiendo a toda prisa las doce uvas de la “vid” nueva, -las doce uvas de la nueva “vida”-, nos encontró el año nuevo.
Sí, los menos románticos y más acedos nos dirán que el año, aunque está en relación con el lugar que ocupa nuestro planeta en el sistema Solar y su tiempo de traslación, es mera convención. Que nuestro año puede también contabilizarse cada 6 años de los nuestros por aquello del 29 de febrero, que hubo un error en la contabilización y que fue culpa de Constantino, Jesús y Orígenes, que tendríamos que iniciar ahora el 2008, que los Mayas, Quetzalcoatl, la Malinche y Nostradamus, que si Peña Nieto hubiera leído el Principio, que si Hidalgo no hubiera tomado el estandarte de Guadalupe… sí, pero para la mayoría, para los hombres y mujeres de “a pie” y uno que otro falconcillo: ¡este es el año nuevo!, para nosotros este es el 2012 y estamos alegres, con algo de dolor por el pasado, pero felices, esperanzados ante este lapso para todos recientemente inaugurado.
Un año nuevo es primer día de clases, es cuaderno sin usar, es caja de crayones, es castillo de pólvora aun sin encender; es campo dorado aun sin trillar, es autopista en el km 1, es inicio de jornal; es el libro deseado aún con celofán, es tercera llamada en el circo, la caja de pañuelos de alguien feliz, es sombrero de campesino, moneda al aire. Un año nuevo es apuesta, es palenque; es reconciliación, es bautismo, confirmación; es promesa, contrato, certeza; es cruce de caminos, central camionera, agencia de viajes; es tienda de pronósticos, bar por la tarde, cuarto creciente; es anillo de compromiso, es llave maestra, boutique de novedades; es lata de pintura, aguja e hilo, pomada y trapito; es mercado de abastos, tienda de conveniencia, buzón de quejas y sugerencias. Un año nuevo es beso, confianza, es martirio; es barco nuevo y champagne, lanzamiento, despegue; es nueva administración, fin de rehabilitación, entrega solemne; es signo de interrogación, sustantivo, inusual adjetivo, es punto y aparte.
Estamos pasando las primeras cuentas de este 2012, puede ser que los misterios que nos depare sean luminosos, gozosos o hasta dolorosos, eso no lo sabemos. Recibámoslo con los brazos abiertos, el corazón dispuesto y la mente esperanzada; con buenos propósitos y patentes acciones que los respalden, con sueños altos y proyectos realizables; con mayor responsabilidad, menos desánimo, más compromiso; con mayor puntualidad y eficacia, con menos pretextos y excusas.
Este año nuevo, regala más sonrisas, extirpa mal humores, cuida un árbol, canta una canción. Este año nuevo lee un libro por mes, haz deporte, ve al dentista; regresa a la escuela, manda flores, ve a la playa. Este año regresa a casa, atiende a tus viejos, manda una carta; corta el césped, solicita tu credencial, haz política. Este año paga tus deudas, apaga un incendio… enciende una vela.